martes, 27 de julio de 2010

F.N.A.C.



Por poco no lo cuento, pero conseguí escapar. He entrado tranquilamente como una rata en busca de queso entrampado. Y casi me quedo aquí para siempre. Ahora estoy más o menos seguro, en un café muy cerca de la zona del conflicto. Fucking News Against Comunism. Ésas son las siglas con las que se construyó F.N.A.C. durante la caída del Régimen Rojo. Una vez reunidas las principales potencias mundiales con el objetivo común de acabar con el comunismo, sobró tiempo y presupuesto (pues de un día para otro se acabó todo, mucho antes de lo previsto) para un proyecto secreto que debía poner fin al conflicto de una sola estocada. El proyecto "Verdugo de hoz" (tal como era conocida entonces la campaña de derrocamiento comunista) cogió una nueva forma y pasó a llamarse F.N.A.C. La idea era tan sencilla como demoledora: crear espacios donde conseguir piezas culturales clónicas a unos precios muy razonables, atentando así de manera directa contra los pilares de la economía marxista. Ingenieros y arquitectos empezaron a diseñar recintos inspirados en descabelladas ideas sobre los impulsos y la voluntad, mediante crueles experimentos con seres humanos. El plan se mantuvo en secreto hasta borrar todas las pistas que ligaran a la nueva empresa con su origen militar post "Cold War" (dejaremos el tema de la fragancia Cool Water para otro día...). De manera que mediante contactos en las altas esferas gubernamentales de distintos países como Francia, Alemania o Estados Unidos, se consiguieron socios desvinculados del gobierno que aceptaron formar parte del grupo de inversión. Sobre el papel se trataba de un negocio redondo, hacerse rico poniendo solo una firma. Mientras, los militares conseguían una cortina de humo que les desvinculaba de la Multinacional. Lo único que debían procurar los inversores era que el pasado de dicha corporación permaneciera bajo tierra. Y así lo hicieron. Hasta hoy.

Pero incluso sabiendo todo esto que usted, amable lector/a, no habría oído jamás en su vida... he entrado. Primero me he topado con la sección de videojuegos y he intentado hacerme el fuerte puesto que estoy informado diariamente mediante RSS de todas las novedades, sin excepción, de cada plataforma. Pero todo se ha venido abajo al ver las ofertas, los packs, los niños jugando en las mini-pantallas... mi mente ha recorrido un circuito extremadamente intrincado en cuestión de milésimas de segundo para plantearme de manera razonable la primera trampa: "Tienes un volante en casa y te falta un juego bueno de conducción. Puede que encuentres alguna oferta... BUSCA". Y efectivamente, pocos segundos después me he chocado con la versión Platinum de Colin McRae Dirt 2. Lo he cogido, odiándome a mí mismo por hacer lo que sabía que no debía hacer pero que igualmente tenía la total certeza de que acabaría sucediendo. Era como un bucle infinito recogido en un gesto. 
Acto seguido pensé: "de acuerdo, veamos si hay algún libro interesante y barato para que no me sepa tan mal haber comprado un videojuego. Un improductivo y ocioso videojuego". Y justo cuando me dirigía a la sección de ensayo, algo llamó mi atención. Un pequeño y malintencionado cartel muy cerca de las escaleras que indicaba: Cómics para adultos. Claro que sí. Las novelas gráficas antes que la literatura. Por si ya fuera difícil haber llegado hasta allí, me ponían antes los dibujitos molones de Dave McKean que Los Pilares de la Tierra. Muy a sabiendas de que algo malo iba a suceder decidí echarle una ojeada. Cabizbajo y dubitativo, me disponía a entrar en la sección cuando de repente mi visión periférica izquierda ha encendido la alarma roja de Oferta. Y allí estaba, esperándome, por el módico precio de 8,9€, "Mi Vecino Totoro". La he mirado durante un segundo y ha sido suficiente para decir: "da igual, si no es hoy será cualquier otro día". Y la he cogido. Satisfecho ya de tanta ociosidad adquirida he curioseado un poco en la sección de vídeo, por qué no. Y allí, de repente, otro hachazo. El final de Evangelion por... no. Da igual. No lo compraré. Seguro que costará (y a muy buen precio) 9 euros. Y eso será suficiente para hacer que mi cerebro reaccione y se cuadre de una vez. Pero, por aquello que mató al gato, se me ocurrió girar la carátula (¿para mirar el argumento que ya sabía de memoria?) y vi lo que no tenía que haber visto: 5,9€. ¿Quién me mandaba a mí girarla? ¿Eh?¿¡Quién!? Así que, ya casi sin mirar la estantería la he cogido también, con desdén. He dirigido la mirada al suelo, y he utilizado todos mis conocimientos de PNL para mover mi cuerpo hacia la salida.


Ya estoy aquí. A salvo. En el café Farggi del Triangle. Aún con el pulso tembloroso y la respiración acelerada. Pero sigo vivo. Y el proyecto más ambicioso y secreto que aún nos esconde la Guerra Fría no ha podido conmigo. De momento. Pues me ha salvado el tener  que irme corriendo a recoger un par de cosas que le faltan al piso a... I.K.E.A.

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Escritor (blogger, webs y ficción), Dj y adicto a los videojuegos.